Tengo todos nuestros recuerdos esparcidos por el
suelo tapando la soledad del frío de las baldosas. Tengo todos los orgasmos
que te regalé resbalando de la cama buscando un sitio dónde calentarse. Tengo
todos los besos de carmín que te dejé en el espejo del baño ansiando volver a
mis labios. Tengo todas las caricias que te di temblando en las yemas de mis
dedos. Tengo todas las risas de esas guerras de cosquillas a media noche
ocupando mi habitación. Tengo la silueta de mi cuerpo dibujada en las paredes
del pasillo gritando que sigas empujando mi cuerpo sobre ellas. Tengo tu
saliva cubriendo la encimera de la cocina de las noches que sentada sobre ella
cocinabas para mí y siempre acababa tu cara entre mis piernas. Tengo todos
los suspiros que me sacaste del alma colgados del techo goteando sobre mí cuando
duermo. Tengo el camino a tu casa grabado en las suelas de mis zapatos y cada
vez que salgo de mi hogar se detienen delante del portal que te
protege. Tengo todos los sueños hablados viviendo en mis pupilas cambiando el
color de mi iris cada despertar. Tengo las ganas descansando ansiando ver
cómo arrollas la puerta de la entrada cómo la última vez. Tengo tantas
palabras no dichas escalando en la garganta intentando llegar a las
sonrisas. Tengo la nevera llena de fantasías esperando la cena
apropiada. Tengo todo. Tengo la nada. Tengo fuego. Tengo frío. Tengo la
inmensidad. Tengo el vacío. Tengo deseo de verte entrar de nuevo por mi
ventana...
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