domingo, 30 de agosto de 2015

Con ganas de todo, todo el rato...


Los domingos

Ya sabes que los domingos son para no despertar. Desayunar en la cama. Tenerte entre mis patitas todo el día. Pedir paella a domicilio. Suspirar 3 o 4 veces en el sofá. Calentar con vaho las zonas de tu cuerpo dónde baje la temperatura. Ser el perrito que me lama y me lave mañana, tarde y noche. Ronronear en tu tripita hasta comerme el caramelo que me espera un poco más abajo. Sentir tus poderosas manos empapadas de aceite aliviando mi dolor de espalda. Sentir tus manos empapadas de orgasmos aliviando mi furia. Susurrarte al oído lo que no tuve tiempo durante la semana para ponerme al día. Dormir la siesta con tu cabeza apoyada en mis piernas y mis dedos entre tu pelo. Jugar a las cosquillas con tus dientes en mis muslos. Fundirnos creando mañanas. Esconder los relojes bajo la almohada. Los domingos son para detener el tiempo y soñar que a tu lado, todo es posible. Qué cosas, hoy es domingo. ¡¡Ya me estás trayendo el zumo a la cama!!!!


viernes, 28 de agosto de 2015

Im not sure about you but all I see is great good...


Buenos Días

Perderse en el abismo de tus labios sobre el final de mi espalda. Estoy dormida de lado y te has escondido bajo la sábana. Tú, posas la lengua. Yo, colapso la respiración. Un segundo para decidir que hacer con ella. Decides cambiar la lengua por dientes. Un pequeño mordisco produce que despierte algo más. No lo consigues del todo. Mis piernas ligeramente abiertas en mi postura de lado. Pasas las manos entre ellas hasta llegar a mi ombligo. Atraes todo mi cuerpo hasta tu boca. Otro pequeño mordisco. Tus dientes me hablan en sueños. Muevo mi cuerpo de gata en el instante que comienza tu lengua a recorrer mi columna. Vértebra a vértebra. Cada rastro de saliva deja un escalofrío salir hasta mis pechos. La piel erizada llega hasta mi vientre. Lo notas bajo tus poderosas manos sobre mi ombligo. Llegas hasta la nuca sin separar la lengua de mi piel. Tus manos se han desplazado hasta llegar a mi sexo. Dejas una libre y apartas con ella el pelo que tapa ese lado de mi cuello. Un escalofrío infinito explota en mi nuca al notar tus dientes sobre la piel que has dejado libre al quitar el mechón de pelo. Un escalofrío infinito que al pasar por mi sexo, se recrea, lo notas y vuelves a morder mi cuello mientras invaden tus dedos mi sexo con la intención de jugar con el escalofrío. Movimiento gatuno de todo mi cuerpo que repta sobre la sábana hasta pegar mi espalda a tu pecho. Aprovechas y pasando tu mano bajo mi cabeza, llegas con la mano hasta mi boca en el primer suspiro. Acaricias mis labios y posas uno de tus dedos sobre mi lengua. Ahora, tan pegada a ti, mueves los dedos que han invadido mi sexo y otro suspiro empapa tu mano que juega entre mis dientes y empapa con sueños la que tengo atrapada entre mis piernas.
-Buenos días -me susurras al oído.
Tímida sonrisa se dibuja en mis labios mientras busco con mis pies los tuyos. Se rozan. Una caricia suave de los míos a los tuyos. Es mi forma de darte mis "Buenos días".
Así, sí. Así se dan los buenos días...

jueves, 27 de agosto de 2015

Tus manos (3/3)

El pasado siempre es bonito. Con sus momentos trágicos. A pesar de que perdieras el alma por el camino. Aunque siempre mañana será mejor que ayer…

Es bonito porque te ha moldeado hasta cruzarte en mi camino. 

Tus manos (2/3)

No. No puede ser. Tú. Yo. La distancia entre los dos. El océano de mi sexo. Mareas a media noche con olas que suben al cielo.

No. No puede ser. Tú, allí. Yo, aquí. La verdad es que no sé qué hacer.

No. No puede ser. De nuevo el silencio que espanta a la calma.

No. No puede ser. Un cuerpo caliente sobre una cama fría.

No. No puede ser. Los perros de nuevo sin parar de ladrar. Y tú, mi lobo, aúllas por entrar.

No. No puede ser. Tú y yo somos malas noticias para aquellos que esperan el desenlace final.

No. No puede ser. El precio es tu cuerpo pegado a mi piel.

Sí. Si puede ser. Cada vez que tocas mi cuerpo ahuyentando los miedos que duermen bajo la cama.

Sí. Si puede ser. Tú. Yo. Nosotros y la vida que has empezado a dibujar sobre la sonrisa en mis labios...


Cuerdas

Estaba tumbado en la cama, ella deslizando su cuerpo como una pantera, se puso sobre mí. Cada rodilla sobre mis bíceps. No podía moverme.
Metiste la mano bajo de uno de los almohadones y sacaste una cuerda, ataste mi muñeca derecha. Tiraste fuerte hasta que mi brazo estaba tan estirado que casi dolía .Mi muñeca palpitaba al no correr bien la sangre. Hiciste el mismo movimiento en el otro lado de la cama hasta que mi brazo izquierdo estuvo inmóvil.
Sonriendo te levantaste de la cama, no sin antes dar un pequeño golpe en mi erecto sexo que me hizo estremecer con una mezcla de dolor y morbo.
Apoyaste unos de tus pies en la cama y cogiendo algo que estaba en una silla, lo acercaste hasta tus piernas. Por favor, si hacías eso estando atado y sin poder tocarte, moriría. Era una media, de esas que llegan hasta el muslo. Y al final un encaje que sólo de verlo podía intuir increíblemente suave. Veía tu mano cómo se deslizaba hasta el final de la media para enrollarla y acercándola a tu pie derecho me miraste sonriendo. Qué ganas de comerte la boca, qué ganas de comerme esos pies.
Fuiste dando besitos por mi vientre, pecho, cuello hasta llegar a la boca y darme uno muy apasionado. Mientras me colocabas algo sobre la frente, levantando un poco mi cabeza, oh, era un antifaz….

Tus manos (1/3)

Unas manos deslizando ganas desde la nuca hasta el final de la espalda. Se paran. Se recrean en los costados. Siguen su camino hacía el ombligo. Ahora sólo siento las yemas de los dedos jugando entre mis costillas. Sé dónde quieres ir. Sé tu destino. Las braguitas también lo saben. O es mi sexo y se lo dicen a mis braguitas. Empiezan a temblarme las piernas. Tus dedos siguen su camino sobre mi vientre. Empiezan a dibujar el contorno de mis pechos. A la vez tus húmedos labios se posan en el lateral de mi cuello. Oh...tus dientes en mi piel. Tus manos llegando a mis pezones. Mi espalda empieza a sentir cómo llega tu pecho a ella y se fusionan. La íntima conversación entre mi sexo y mis braguitas. Erizas cada milímetro de piel que cubre mi cuerpo...


martes, 25 de agosto de 2015

Suspiros mañaneros

Me gustaría contarte el secreto de mis suspiros mañaneros. Cuando al despertar sola sobre una sábana fría que unas horas antes estuvo a punto de prender fuego a nuestros cuerpos. Cuando descalza recorro el camino que ha dejado el aroma de tu primer café del día hasta la cocina y allí siguen los platos de la cena que acabó conmigo sobre la encimera y tú entre mis piernas. Cuando al entrar al baño aún sigue mojada la bañera con gotas de agua mezcladas con restos de nuestros orgasmos que han limpiado el agua de tu piel y siguen resbalando por el grifo. Cuando al ir a vestirme encuentro mi lencería rota por tus dientes y aún está empapada de nuestros sueños. Cuando al mirarme al espejo para pintarme los labios veo reflejado las marcas que dejaste en mis pupilas. Cuando al abrir la puerta de casa para salir miro un instante hacía dentro y me doy cuenta que todo volverá a ocurrir esta noche. Si aún no has descubierto mi secreto, te lo contaré. Suspiro porque te echo de menos. Todo el rato. A cada minuto. Suspiro cada segundo. Pero sólo por la mañana...


Derretirse en lo infinito...

Derretirse con el cruce de tus ojos con los míos. Derretirse con mis labios entrando en tu boca. Derretirse con tu lengua saboreando mi cuello. Derretirse con tus dientes atrapando mis pezones sobre la tela del vestido.Derretirse con tus manos en mis caderas. Derretirse sintiendo cómo bajan hasta mis rodillas. Derretirse con esas manos subiendo bajo mi vestido. Derretirse con el primer escalofrío en mis muslos. Derretirse con la punta de los dedos acariciando el fino encaje de la braguita. Derretirse con el primer tacto de tu piel sobre mi ya ardiendo sexo. Derretirse en lo infinito... 

lunes, 24 de agosto de 2015

Hablemos...

Digamos que sí. Que a partir de hoy, tendré que comprar braguitas a diario porque cada noche las destrozas con tus dientes. Digamos que la piel de mis nalgas enrojece cada madrugada al encontrarse con la palma de tu mano. Digamos que el sofá del salón es imposible encontrarlo seco si estamos por casa. Digamos que si andamos por casa, ahorraremos en calefacción cada vez que nos encontremos en el pasillo. Digamos que los rumores se convierten en susurros con mis muñecas atadas bajo la sábanas. Digamos que ya tus dedos son los dueños de mi descaro. Digamos que una vez abierta la puerta, la ropa siempre estará por el suelo. Digamos que tu boca sellará con saliva el camino de vuelta al principio. Digamos que mi lengua marcará todo lo que de ti es mío. Digamos que ya es hora de dejar de hablar y ponernos al asunto. Digamos..


Esa dulzura que cala hasta los huesos...


Model: Andrea
Photo/Edit: Susana R. Cano Instagram: @ashi778 



Ahora sólo contempla


domingo, 23 de agosto de 2015

Tu sueño por cumplir, ¿cuál es?


Mala, malísima

Sí. Puedo ser mala, muy mala, malísima. Puedo atar tus muñecas a la espalda. Sentarme sobre tus rodillas. De espaldas a ti. Sin tocar tu cuerpo. Sólo la piel de mis nalgas apoyadas en tus rodillas. Delante de un espejo. Para que no pierdas detalle. Abrir un poco las piernas para enseñarte que no llevo braguitas bajo el vestido. Desabrochar muy despacio la cremallera del vestido. Deslizar la tela dejando al descubierto los hombros, la espalda. El cuello, los pechos reflejados en el espejo. Mientras te llega el perfume que cubre cada milímetro de mi piel. No puedes tocarme, tus manos están atadas. Me he sentado a la distancia suficiente para que tus labios tampoco puedan rozarme. Incorporo mi cuerpo dejando caer el vestido al suelo. Abro un poco las piernas dejando tu rodilla derecha entre ellas. Esos tacones hacen infinitas mis piernas en el espejo que no puedes dejar de mirar. Tu boca se abre un poco dejando salir un suspiro. Sonrío dándome la vuelta y me siento de nuevo sobre tus rodillas que cierro un poco empujando con mis muslos. Acerco mi cuello a tu nariz. Mis pechos. Mis manos. Mis labios...
-Huele lo que no puedes tocar. Ni lamer...
Vuelvo a darme la vuelta. Quito uno de mis zapatos y cruzando tu mirada con la mía en el espejo, inclino un poco el cuerpo hacía ese pie que sólo está apoyado con la punta de los dedos y comienzo a ponerme una media. Negra. Es suave, muy suave. Sólo lo puedes imaginar hasta que al subirla a mi muslo, roza tu pierna y te mueves sobre la silla. No puedes tocarme. Suspiras más fuerte.
-Por favor... -me dices suplicando.
Sonrío de nuevo dejando que mi espalda toque un instante tu pecho. Repito el movimiento con mi otro pie, subiendo la media hasta el muslo izquierdo. Pero esta vez dejo caer mi cuerpo hasta que mi sexo se apoya sobre tu pierna. Arde. Empapa tu piel y tus ganas.
No puedes tocarme. Tienes las muñecas atadas...


Derretirse en lo infinito...

Que me sorprenda con un abrazo y me cuente al oído en que consiste una caricia infinita...

sábado, 22 de agosto de 2015

Veo, veo


-Veo, veo...
-¿Qué ves?
-Una cosita...
-Y, ¿qué cosita es?
-Empieza por la D...
-¿D?
-Sí ¡¡¡De ven ya y cómeme enterita!!!






viernes, 21 de agosto de 2015

Nuevo trato

Cambiemos el trato. 
Que sean ahora mis dedos los que marquen el comienzo. Los enredo entre tu pelo y hago de tu cuerpo, un río de escalofríos. Que sean los míos los que dibujen tu silueta sobre las sábanas de la cama. Que abran tu boca deslizándose por tus labios. Que acaricien tus dientes y se empapen de saliva. Que atrapen tu garganta y decidan cuándo respiras. Que acaricien tus pechos y atrapen los pezones. Que busquen tu risa sobre el vientre. Que calmen la furia atrapados entre tus muslos. 
Cambiemos el trato.
Que sean ahora mis dedos los esclavos de tus ganas.
 

Espasmos es mi boca

Sujeta mis pies a la tierra y mi boca a tu piel. Que tus dedos sean pinceles para recrearse en el lienzo que son las curvas de mi cuerpo. Y dibujar sensaciones en mi vientre con espasmos entre mis dientes.

jueves, 20 de agosto de 2015

El comienzo de la pasión...

Cerrar los ojos y sentir unas manos jugueteando con mis pies. Abrir un poco la boca y saborear el pecado cubriendo mis dientes. Una onza de chocolate derritiéndose sobre mi vientre. Una lengua lamiendo gotas de sudor en mi nuca. Una caricia que baja por la espalda hasta llegar a mis nalgas. El segundero del reloj marcando el ritmo de la pasión. Un mordisco entre mis muslos. Unos dedos que buscan saliva.
El comienzo de una tarde de pasión...

miércoles, 19 de agosto de 2015

Eres mía porque yo soy tuyo.

Tan sólo una pequeña distancia separa tus labios de los míos. El calor de tu aliento empieza a hacer de las suyas. Camina de puntillas sobre mi lengua para volar por mi garganta. Llega con estrépito  hasta el instinto que despierta con tal ansiedad que mi sexo ya sólo puede pensar en tener tu aliento sobre si. Deslizo con un dedo el tirante de tu vestido que cae sobre tu hombro deteniendo el tiempo. Deteniendo mi respiración. El vestido cae de ese lado dejando al descubierto uno de los senos. Apoyo mis labios sobre el hombro mientras sujeto tus caderas con mis manos y te siento sobre mis rodillas. Bajo mis manos hasta llegar a tus nalgas y te empujo hasta pegar tu sexo a mi vientre. Ahora, sí. Ahora puedo sentir tu aliento caer por mi garganta y el aroma de tu pezón acariciando mi pecho. Hago el mismo movimiento con el otro tirante y mis ojos se deleitan con la tela resbalando dejando libertad a tu cuello, a tus pechos, a tu vientre... Sonries al paso de las yemas de mis dedos dibujando la forma perfecta redonda de tus senos. Al pasar por el costado, te producen cosquillas y la risa hace que eches la espalda hacía atrás, dejando libre tu melena que baila al ritmo de las cosquillas. No puedo evitarlo. Imposible no hacerlo. Mi boca pide y yo le doy. Está hambrienta de ti. Acerco mis labios a tus pezones y los atrapo entre mis dientes para lamerlos con la lengua. Movimiento gatuno de tu columna. Tus dedos enredados en mi pelo empujan aún más mi cara sobre tus pechos. Cada minuto más hambre. Incorporo nuestros cuerpos con tus piernas rodeando mi cintura. Tus dedos siguen enredados entre mi pelo. Me miras. Me sonries ¡¡¡Estás tan bonita!!! Te llevo en brazos hasta el dormitorio llenado el pasillo de tus risas. De mi ansia. De tus ganas. De mi fuerza. Dejo caer tu cuerpo lentamente sobre la cama hasta apoyar tu espalda en ella. Beso de nuevo tus pezones y mi boca hambrienta comienza el camino sobre tu piel. Tu ombligo. Tu vientre. Tu sexo... He llegado a mi destino. Qué se pare el tiempo. Te siento tan mía.  Eres mía porque yo soy tuyo...

En algo hay que pensar...


Entre sueños...

Duermes. Duermo. Tu cuerpo me echa de menos. Tus manos buscan bajo la manta mi piel. Llegan hasta mi cadera. Sigues dormido. Notas la necesidad. Siento tu necesidad. Sujetas con fuerza. Arrastras mi cuerpo hasta el tuyo sobre la sábana empapada de sueños. Me abrazas fuerte. Sigues dormido. Sigo soñándote. 
Me derrites...

miércoles, 12 de agosto de 2015

Se me olvidó rezar

Justo ahora que lo necesito, me doy cuenta que se me olvidó rezar. Qué mi salvación ya no está en manos de Dios. Qué los exorcismos no son cosa para el amor. Ni para el adiós.
Justo ahora, vaya por Dios...
No me queda otra que darle al vino. A una bolsa de pipas. A tardes contigo pasando calor. A provocar llagas entre tus dientes. A desgastar piel con piel. A bolsas de gemidos compradas en la parte de atrás. A bocas secas de tanto lamer. A hacer helados con el azúcar que resbala de las comisuras de tus labios. A muñecas atadas mientras tus dedos exploran mis ganas. A besos que saben a orgasmos. A tardes que duran hasta el desayuno. A risas contigo dentro de mí. A saborear el tiramisú sobre mi ombligo. A volver a la adicción de tus caricias en mis mejillas. A verte buscar la timidez de mi mirada. A sentir que eres sólo para mí.
Qué casualidad, justo ahora Dios...


El Desconocido Parte II

...Mientras noto cómo mi dedo es cubierto por la saliva de mi boca, la piel de mi muslo izquierdo descubre la suavidad de las yemas de tus dedos. Cómo éstos deciden olvidar el encaje de la media y llegan pausadamente hasta el borde de mi braguita. En ese instante mis labios hacen prisionero al dedo posado sobre ellos y mis dientes marcan el comienzo de un juego aún más peligroso.
El camarero se acerca con mi copa de cava. Me doy cuenta que ha tardado más de lo normal. Pero sinceramente, acaso estaba yo para preocuparme por el tiempo…
-Disculpe, señorita- me dice amablemente mientras coloca la copa en la mesa- hemos tenido un pequeño inconveniente en barra y de ahí mi tardanza.
El buen hombre esperaba mi respuesta. Yo le miraba fijamente a los ojos. Con mis pupilas dilatadas de placer. Con mi dedo aún atrapado entre mis labios y mis dientes. Con los papeles de la carpeta desparramados por la mesa. Con mis piernas algo abiertas. Con la suela de mi zapato de tacón presionando sobre tu cremallera mientras mi pie nota cómo crecen tus ganas. Con tu mano sujetando mi talón con tal firmeza que produce que no me importe el dónde, el cómo, el cuándo, el quién…  Y tú, descarado desconocido, ha crecido tu descaro en el momento que el camarero se acerca a la mesa y, convirtiéndote en todo poder, sintiendo que mi braguita empieza a estar empapada, que mis dientes marcaban la piel de mi dedo atrapado entre mis labios, has tenido la osadía, justo a la par que el camarero posaba la copa de cava en la mesa, de retirar la braguita con delicadeza y caminando dos de tus dedos sobre mis labios vaginales, abres con ellos la boca hambrienta de mi sexo y así, sin avisar, sin yo poder decidir un sí o un no, los introduces en mí. Hasta que los nudillos chocan contra la piel húmeda de fantasias.
-No se preocupe, caballero- consigo articular mientras aparto el dedo de mis labios e impidiendo, no sé muy bien cómo, que un alarido que trepa por mi garganta, haga de las suyas e invada la distancia entre el camarero, la copa de cava y yo  -apenas he notado el retraso.
Tuvo que notar algo. Por Dios. Cómo para no hacerlo. Pero la expresión de su cara, de extraña sorpresa e incómoda situación, me hacía pensar que no sabía muy bien qué ocurría. Debía sentirse fuera de lugar ¿Fuera de lugar? Estaba en su puesto de trabajo… Nos miró a los dos y dijo en voz baja:
-Necesitan, el señor y la señorita, algo más
Y tú, adorable y caprichoso desconocido. Comenzabas a mover tus dedos dentro de mí. Con un movimiento de dentro a fuera, de quedarte dentro y acariciar las paredes de mi, en ese momento, maravillada vagina, de sacar casi del todo los dedos e introducirlos de golpe pero con mucha suavidad.
-No, gracias. Estamos bien- le dices al camarero al comprobar que yo, ya no soy capaz de articular palabra sin llenar la cafetería de gemidos.
Tu voz…
De hombre seguro. Capaz. Soñador. Aventurero. Incansable. Incansablemente tenaz y elegante.
Observo cómo se retira hacía la barra el camarero. Y cómo su cuerpo sigue intentando descubrir qué está ocurriendo en aquella mesa. Pero la situación de ésta en el salón y el mantel verde que lo cubre, hace imposible ver nada. Claro que seguro los más listos del lugar, algo deben sospechar.
En ese instante decido tomar algo de poder. Con firmeza piso con fuerza tu cremallera. El gesto de tu cara era el esperado. Un poco de dolor y sorpresa al descubrir que me apodero de la situación.
Los dedos dentro de mí, vaciaban el descontrol llenando mi vestido, la silla, de agua de mi río. Del que tú habías decidido abrir las compuertas y del que yo quería vaciarme por completo.
Me deslizo suavemente de una silla a otra para estar más cerca de tu aliento. Con una de mis manos sujeto con firmeza la mano que juega entre mis piernas. Detengo el movimiento de tus dedos. La otra mano se posa sobre la media de mi pierna derecha. A la altura de la rodilla. Lentamente la deslizo sobre la media. Tu mirada clavada en esa mano. Tus dientes mordiendo tu labio inferior. Tus dedos dentro de mí atrapados por mi otra mano. Tus ganas. Mi río. Y mis dedos recorriendo mi pierna hasta llegar al pie. Aparto un poco la suela sobre la cremallera y sacando lentamente el pie del zapato, dejo que tu mano que sigue sujetando mi talón, se deslice sobre la planta hasta llegar a los dedos. Dejo que acaricies cada uno de ellos cubierto con la media y que subas por el empeine. Ahí te prohíbo que continúes y con un rápido movimiento, piso tus dedos y con la mirada fija en tus ojos, te ordeno que apartes la mano.
Tu mano, obediente y sumisa a mi mirada, se aparta llevando consigo el zapato que ha quedado sobre la silla, entre tus piernas abiertas. Mi mano, firme y segura, acerca sus dedos hasta la cremallera y se posa sobre ella. Quiero notar la dureza. Y el tamaño. Acaso no eres un desconocido y la curiosidad emanaba por cada poro.
Qué de ganas hay bajo el pantalón. Qué de ganas y qué secuestrado tenemos al tiempo.
Quito la mano con delicadeza. Dedo a dedo. Tus ganas se convertían en desespero al ver que la separo del pantalón, de tu cuerpo. Enseguida la calma vuelve al comprobar que estoy sedienta y tan sólo quiero un trago de cava. Pronto está volviendo por el camino andado en el aire. Pero no para posarse sobre tu dureza. Para abrir con delicadeza la cremallera y así poder ver cómo un par de dedos se pierden dentro de ella.

De nuevo tus dientes sobre tu labio inferior y mi boca sedienta humedece los míos... 







lunes, 10 de agosto de 2015

Te quiero olvidar o te quiero...

Tanta rabia acumulada. Impidiendo respirar bien. Impidiendo crecer nuevas emociones. Te quiero olvidar. O te quiero. Aún no lo tengo claro. Necesidad de llorar para conseguir ver algo nuevo. Para aliviar el cansancio de unas pisadas sin rumbo. Con destino fatal. Con destino cruel...
Me dueles tanto cómo la primera vez. Ni el tiempo. Ni nuevas aventuras consiguen aclarar mi garganta. Ésta, invadida de recuerdos, raspa cada palabra que sale huyendo trepando por mi descaro.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Escalera al Infinito




Con algo de ganas. Con ganas. Con muchas ganas. Con los bolsillos vacíos cada vez que te veo para que los llenes de risas, canicas y un tirachinas hecho de espuma de besos. Con mi boca sedienta. Con las piernas temblando cada vez que despierto al ritmo de tus latidos. Con duendes que vivan en el alma y jueguen de puntillas a hacerme cosquillas. Con cava hasta en la sopa. Con un Gin-Tonic a altas horas de la madrugada. Con los zapatos llenos de barro. Con la mesilla cubierta de braguitas. Con intensidad. Con miles de suspiros. Con dedos en la boca. Con la maravilla de verte descansar a mi lado. Con fuego en la cama. Con sudor en invierno. Con guerras de agua. Con...
Contigo, mi amor.

Dulce caramelo...

Dulce caramelo que sabe a mar. A genialidad. A susto. A celos porque no te veo. A caricias que hacen sonreír. A espaguetis calentados en el horno. A ducha fría porque no soporta mi sexo la espera y calienta todo mi cuerpo. A dedos que van desde la boca hasta mis braguitas. A tal vez mañana ya estés aquí. A que todo está a punto de estallar. A sábana empapada cada noche. Y cada despertar. A juegos con ojos vendados. A tranquilidad que llegará pronto. A mi boca entreabierta de recordarte sobre mi piel. A saliva que cubre los dedos, las manos, tu sexo y el mío. A mi mente que no deja de fantasear con dejar la puerta abierta. A que todo sabe mejor si estoy sentada en el taburete de tu cocina y llevo tu camisa puesta. A hacer el amor hasta dejar exhaustos los instintos. Dulce caramelo que sabe a tu boca después de lamer mi orgasmo...


martes, 4 de agosto de 2015

Aún no lo sabes pero esa cosita que te falta, la llevo en mi bolsillo de atrás.



A solas... My canal You Tube Susana R. Cano

Desconocido Parte I

Estaba cansada. Toda la mañana andando con tacones. El vestido tan ajustado por debajo de la rodilla que impedía que mis pasos fueran algo más rápidos. Las medias, no paraba su encaje de bajar por mi muslo y yo de subirlo.
-Debería haberme puesto los ligueros- pensé apoyada en la esquina de la calle que llevaba rato buscando- ésta silicona no se sujeta bien en mi muslo - metí la mano por debajo de la falda del vestido y subí lo que pude la media. La calle estaba llena de gente y no pretendía llamar muchas miradas.
Tengo sed. Decido entrar en una cafetería antes de continuar. Me siento en una de las pocas mesas que quedan libres. El camarero amablemente se acerca:
-Buenos días, señorita. Qué desea tomar.
-Una copa de cava, por favor - le digo dibujando una gran sonrisa.
Se retira el camarero y me distraigo sacando de la carpeta unos documentos que me quedan por firmar. Es en ese momento cuando el desconocido se acerca a mi mesa y se sienta frente a mí. Le miro con sorpresa pero le sonrío al recordar que había pocas mesas libres.
Me empieza a tocar. Poco a poco. Por debajo de la mesa la rodilla izquierda. Mi sorpresa se acentúa pero no retiro mi rodilla. Ni su mano. Sigo con mis documentos. La piel de mi muslo bajo la media se eriza subiendo, subiendo...
Me abre un poco las piernas. Su mano sigue el camino de la media hasta llegar al encaje. Se deleitan sus dedos sobre esa parte de mi muslo dónde acaba el encaje y empieza la piel.
No hablamos. Sólo con gestos. Miradas. Tacto...
Empiezo a murmurar. De placer.
Mientras la gente del bar sigue sus conversaciones.

Decido subir mi pie a su silla. Y apoyo mi zapato entre sus piernas. Con su otra mano sujeta mi talón y acerca el zapato hasta el borde de su cremallera. Es en ese instante cuándo, dejando los documentos sobre la mesa, uno de mis dedos de la mano derecha, quiere jugar y se posa sobre mis labios que han quedado entreabiertos al sentir el roce de sus dedos sobre el encaje de la media y la piel de mi muslo...

lunes, 3 de agosto de 2015

¡¡¡Pinta en Bastos!!!


Atrapadora

Arrodillándote ante mí mientras estaba sentada en la silla del jardín, me abriste de piernas y empezaste a besar mis labios vaginales de tal forma que siguió creciendo mi clítoris dentro de tu boca. Lamías muy bien con tu poderosa lengua y me succionabas hasta tal punto que me deshice en tu boca. Un orgasmo impresionante que te sirvió de revulsivo para levantarte, quitarme la poca ropa que llevaba puesta, tirar al suelo todo lo que había de desayuno en la mesa, doblar mi cuerpo sobre ella, coger el tarro de miel, llenarte  los dedos de miel, untar mi vagina y empezar a follarme apasionadamente. Estoy cerrada, pero tras tu primera palmada en uno de mis glúteos, me abro para que tu glande entre en mí. Después de tus movimientos, mi humedad y la miel, te comí por entero por mi exquisita y atrapadora vagina...

Sonrisas, sensibilidad, costumbres y una pizca de sal...


domingo, 2 de agosto de 2015

Poseídos

Apoyándome en el marco de la puerta justo antes de entrar en la casa te pedí con la mirada que me acompañaras a coger suculentos bizcochitos que iban a ser nuestro postre. Al llegar a la cocina giré mi cuerpo hacía ti y cambiando el rumbo entré en el baño. Me seguías. Parecías insaciable de mí. Y yo de ti...Cerré la puerta mientras notaba como tus labios humedecían mi nuca. El escalofrío llego hasta mi sexo que estaba ansioso de tenerte dentro. Lo notaste. Me cogiste con fuerza y me pusiste contra la pared. El frío sobre mi cara hizo que otro escalofrío recorriera mi cuerpo. Notaba tu respiración, fuerte, con mis manos sujetas sobre mi cabeza  por una de tus manos. Sentí que iba a ocurrir algo diferente. Con tu mano libre abriste mi vestido llegando hasta mis nalgas, apretaste con fuerza. Casi sentí dolor pero quería más. Levantaste una de mis piernas apoyando mi pie sobre el borde la bañera. Apartaste de golpe mi tanga y sin poder respirar sentí como una furia invadía mi sexo, eran tus dedos. Sentía una mezcla de dolor y algo de mareo por el vino. Estaba siendo poseída con descaro por tu descaro. Sacaste sin cuidado tus dedos de mí para sentir aún más fuerte como penetrabas mi ano con tu sexo. -Ufffff…- El dolor subió por mi espalda para acabar en mi boca y justo en el momento que iba a gritar, tus dedos llenos de flujo entraron en mi boca para ahogar el grito. Eras un animal poseído por el ansia y yo el cuerpo donde descargarla. Empujabas algo más que tu sexo dentro de mí. Y yo sentía que aquel momento no podía terminar...

sábado, 1 de agosto de 2015

Inicio de la pasión...

Con una destreza que me asombró, me pusiste frente a ti. Nuestros cuerpos se acariciaban apartando el agua con delicadeza. Sentía cómo mi sexo se humedecía disolviendo mi flujo con la espuma y sentía cómo tu sexo iba crecía contra mi vientre. Me mordías el cuello. Despacio. Pero consiguiendo erizar la piel de todo mi cuerpo. Sujetando con tus manos mi costado, me levantaste un poco para lamerme los pechos, devorarlos diría yo. Parecía que nunca antes los hubieses visto y encontraste en ellos un lugar para vaciar el deseo que durante días habíamos frenado al no haber tenido ocasión para liberarlo. Produciendo en mí, unos locos gemidos que inundaban toda la casa. Tu lengua húmeda recorría cada milímetro  de mis pezones y tus dientes marcaban el inicio de la pasión...