domingo, 23 de agosto de 2015

Mala, malísima

Sí. Puedo ser mala, muy mala, malísima. Puedo atar tus muñecas a la espalda. Sentarme sobre tus rodillas. De espaldas a ti. Sin tocar tu cuerpo. Sólo la piel de mis nalgas apoyadas en tus rodillas. Delante de un espejo. Para que no pierdas detalle. Abrir un poco las piernas para enseñarte que no llevo braguitas bajo el vestido. Desabrochar muy despacio la cremallera del vestido. Deslizar la tela dejando al descubierto los hombros, la espalda. El cuello, los pechos reflejados en el espejo. Mientras te llega el perfume que cubre cada milímetro de mi piel. No puedes tocarme, tus manos están atadas. Me he sentado a la distancia suficiente para que tus labios tampoco puedan rozarme. Incorporo mi cuerpo dejando caer el vestido al suelo. Abro un poco las piernas dejando tu rodilla derecha entre ellas. Esos tacones hacen infinitas mis piernas en el espejo que no puedes dejar de mirar. Tu boca se abre un poco dejando salir un suspiro. Sonrío dándome la vuelta y me siento de nuevo sobre tus rodillas que cierro un poco empujando con mis muslos. Acerco mi cuello a tu nariz. Mis pechos. Mis manos. Mis labios...
-Huele lo que no puedes tocar. Ni lamer...
Vuelvo a darme la vuelta. Quito uno de mis zapatos y cruzando tu mirada con la mía en el espejo, inclino un poco el cuerpo hacía ese pie que sólo está apoyado con la punta de los dedos y comienzo a ponerme una media. Negra. Es suave, muy suave. Sólo lo puedes imaginar hasta que al subirla a mi muslo, roza tu pierna y te mueves sobre la silla. No puedes tocarme. Suspiras más fuerte.
-Por favor... -me dices suplicando.
Sonrío de nuevo dejando que mi espalda toque un instante tu pecho. Repito el movimiento con mi otro pie, subiendo la media hasta el muslo izquierdo. Pero esta vez dejo caer mi cuerpo hasta que mi sexo se apoya sobre tu pierna. Arde. Empapa tu piel y tus ganas.
No puedes tocarme. Tienes las muñecas atadas...


2 comentarios:

  1. Genial tanto la imagen como el texto, es el sentimiento de deseo, e impotencia a la vez que sufrimiento y placer, al contemplar y leerte,igual que el chivo de la silla, y no poder dar libertad al instinto mas primario y salvaje, su pongo que acabaría rompiendo la silla, me encanta tu blog

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