domingo, 2 de agosto de 2015

Poseídos

Apoyándome en el marco de la puerta justo antes de entrar en la casa te pedí con la mirada que me acompañaras a coger suculentos bizcochitos que iban a ser nuestro postre. Al llegar a la cocina giré mi cuerpo hacía ti y cambiando el rumbo entré en el baño. Me seguías. Parecías insaciable de mí. Y yo de ti...Cerré la puerta mientras notaba como tus labios humedecían mi nuca. El escalofrío llego hasta mi sexo que estaba ansioso de tenerte dentro. Lo notaste. Me cogiste con fuerza y me pusiste contra la pared. El frío sobre mi cara hizo que otro escalofrío recorriera mi cuerpo. Notaba tu respiración, fuerte, con mis manos sujetas sobre mi cabeza  por una de tus manos. Sentí que iba a ocurrir algo diferente. Con tu mano libre abriste mi vestido llegando hasta mis nalgas, apretaste con fuerza. Casi sentí dolor pero quería más. Levantaste una de mis piernas apoyando mi pie sobre el borde la bañera. Apartaste de golpe mi tanga y sin poder respirar sentí como una furia invadía mi sexo, eran tus dedos. Sentía una mezcla de dolor y algo de mareo por el vino. Estaba siendo poseída con descaro por tu descaro. Sacaste sin cuidado tus dedos de mí para sentir aún más fuerte como penetrabas mi ano con tu sexo. -Ufffff…- El dolor subió por mi espalda para acabar en mi boca y justo en el momento que iba a gritar, tus dedos llenos de flujo entraron en mi boca para ahogar el grito. Eras un animal poseído por el ansia y yo el cuerpo donde descargarla. Empujabas algo más que tu sexo dentro de mí. Y yo sentía que aquel momento no podía terminar...

1 comentario:

  1. Fantástico relato y fantástica imagen, he de reconocer que escribes y describes, de una forma magistral, me encanta que describas tus momentos reales o no eso no importa, y que lo adereces con magnificas imágenes, eres toda una musa.

    ResponderEliminar