jueves, 9 de julio de 2015

Erosionando cuerdas vocales...








Tengo fuego en la mirada y es por tí. Aún me quedan restos de tu piel en las yemas de los dedos de aquella vez que me abrasaste mientras dibujaba tu cuerpo recorriendo tus curvas.    

Uy, qué maravilla de redondez de tus pechos en la palma de la mano. Tu ombligo entre mis uñas.

Creo que erosioné tus cuerdas vocales al pasar por tu garganta. Y ahora, cada vez que te oigo decir mi nombre, tiembla la furia que te espera.

Tengo en la memoria de mis pupilas esa burbujita de saliva que apareció en el momento que abriste tus labios para dejar paso a mis ganas. Luego sonreiste. Luego yo morí.

Y, mientras tomabas mi último aliento, lo inhalabas, lo saboreabas, perdí el rumbo en el iris de tus ojos para convertirlos en la balsa de la calma que es morir de sudor entre tus brazos...

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