viernes, 24 de julio de 2015

Una mañana más


Me despierto empapada. No es de ti. Empapada de las ganas que olvidaste bajo la almohada. Estoy boca abajo, la brisa entra por la ventana moviendo lentamente las cortinas. Produce un escalofrío que comienza en la planta de los pies, sube, sube...Se desliza sobre la piel de mis glúteos, sigue subiendo por la piel que cubre cada una de las vértebras y la espalda que desea algo de agua sobre ella. Llega hasta mi nuca y es entonces cuando el escalofrío explota por completo hasta llegar a mis labios. Mi boca abre dejando paso a ese instante en el que la lengua roza los dientes y sale un pequeño gemido. Giro mi cuerpo y la descarada de la brisa pasa de mis pies, ignora mis muslos y va directamente hasta mi sexo. Tiembla cada resto que dejaste de saliva sobre él. Pero no detiene su camino. La siento subiendo rápido hasta mis pezones. Éstos deciden revelarse y tardan unos segundos en caer en su poder. Necesito tocarlos. Con las yemas de los dedos, los rozo, los pongo juguetones. Una mano se escapa y decide entrar entre mis labios abiertos para cubrirse de la humedad del aliento.

-Otra descarada- pienso mientras baja hasta descansar entre mis piernas.


La brisa, el escalofrío, mi mano, las ganas que dejaste bajo la almohada, los restos de tu saliva secos sobre la piel de mi sexo, las cortinas bailando, la luz que dibuja mañanas en mi vientre y tú que ya vives en mi memoria. Todos juntos provocáis que mis párpados cubran el momento y os ponéis a jugar con mi desespero...

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